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El coche y la choza

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Conduce despacito, suave suavecito por la ciudad para que nadie se quede sin ver su preciado tesoro, del que se debió de ocupar toda la mañana de sacar brillo y provocar destellos cegadores. Sale con aire interesante estirándose el pantalón después de aparcar en doble fila y me abre la puerta de su BMW ¿Te gusta conducir? Era el gentleman que yo estaba esperando. Momentos antes había recibido instrucciones precisas para   reconocerlo y no había duda de que era él.  Este señor tan bien vestido y acicalado que me lleva de paseo debe vivir en un palacete a la altura de su coche como mínimo... Y un día entro en su casa y aquello es una choza, un desbarajuste. Todo revuelto, sucio y mugroso como si acabara de entrar una banda de rumanos a asaltar la vivienda!! Aquello parecía la casa de la niña del exorcista , con crucifijo enorme incluído, propio de un altar profanado. Si me dicen que allí se rodó esa película, me lo creo. Y pienso lo que parece evidente: que allí hubo una revuelt